Hemos colocado estos videos de
"Aprueba de Todo" para que vea ejemplo de sobrevivencia, donde
Bear Grill, nos demuestra que con solo un perdenal, una
cantimplora y su mochila se puede sobrevivir en cualquier clima
o ambiente sobre la tierra, desiertos, nieves, lluvias,
pantanos, ríos, mares, volcanes, rocas etc.
Qué hacer
si nos perdemos
Todo aquel que se aventure
a una zona remota o desconocida debe tener la precaución de
procurarse al menos una brújula y mapas de la zona. Tampoco está
de más un altímetro y un podómetro.
Hay que señalar en el mapa nuestro recorrido y relacionarlo con
los accidentes geográficos más significativos
(ríos,
arroyos, cañada, árboles, picos de montañas, costas, etc.). Es
bueno hacerse una imagen mental de todo ello.
El miedo es una reacción
natural cuando nos perdemos, pero hay que evitar a toda costa
que degenere en pánico. Cuando alguien se da cuenta de que se ha
perdido, normalmente no está muy lejos del camino correcto, pero
si comienza a dar tumbos de un lado para otro, a desplazarse de
una manera irracional, agravará su problema. La primera acción,
cuando notamos que nos hemos extraviado, debe ser sentarse y
reflexionar tranquilamente buscando todos los indicios
y
señales que nos ayuden a situarnos.
Cuando volvamos a movernos
para buscar la ruta correcta, debemos dejar algún tipo de marca
en el terreno para asegurarnos de no dar vueltas en círculo
inútilmente (filas de piedras o ramas que
indiquen
nuestra dirección, cortes en ramas o troncos, etc.).véase
Orientación
Si el terreno lo permite,
podemos subir a un punto elevado desde el que se domine la zona
y buscar los accidentes geográficos más notables. Si tenemos un
mapa y los localizamos en él, no tendremos problema para situar
nuestra posición, como veremos en próximos artículos. Si no
tenemos un mapa, quizá podamos identificar algún rasgo
característico del terreno que hayamos visto antes de perdernos.
Si tenemos con qué, debemos dibujar un pequeño mapa de lo que
vemos.
Si sospechamos que estamos muy cerca del camino correcto,
debemos buscar una roca, árbol, u otro accidente cercano que se
vea bien desde los alrededores y dar vueltas en torno a él
haciendo una espiral cada vez mayor hasta que demos con nuestro
camino.
En caso de haber sufrido
un accidente con un vehículo en una zona remota, debemos valorar
qué nos conviene más: esperar a los equipos de rescate al lado
del vehículo, que por otra parte nos ofrecerá refugio, o
desplazarnos en busca de ayuda. Normalmente la primera opción
suele ser las más acertada, pues los equipos de salvamento verán
mejor a un vehículo que a un hombre vagando solo.
En todo caso, y aunque
decidamos esperar a los equipos de rescate, debemos explorar los
alrededores en busca de recursos (agua, alimento, leña...).
Sería trágico perecer de frío por no saber que a 500 metros
había un refugio de montaña.
Cuando abandonemos el refugio para explorar
los alrededores debemos prestar mucha atención al paisaje,
girarnos de vez en cuando para ver cómo es en la dirección de
vuelta y dejar marcas bien visibles para poder regresar.
Aumentaremos nuestras posibilidades de
rescate si preparamos señales que los equipos de rescate puedan
ver desde el cielo. Debemos tener preparadas hogueras para
encenderlas al mínimo indicio de que se acerca un avión o
helicóptero. Echando hierba húmeda por encima o incluso aceite
del vehículo obtendremos una columna de humo visible en la
distancia. También podemos escribir "SOS" en el suelo con rocas
o con surcos de tierra si lo hacemos en una pradera. Estas
señales deben de ser lo más grandes posible para que se vean
bien desde el cielo.
Si abandonamos el vehículo para buscar ayuda por nuestra cuenta,
no debemos olvidar indicar nuestra dirección por si los equipos
de rescate lo localizan.
En el caso de que nuestra situación sea
extrema, no sepamos cómo orientarnos ni veamos la posibilidad de
ser rescatados, no debemos desesperar. Busquemos una fuente, un
arroyo, nos conducirá a un río cuyo curso nos llevará antes o
después, a una zona habitada.
El agua
En una situación de supervivencia, después de
tratar a los heridos, la búsqueda de agua suele ser la necesidad
más apremiante.
Si carecemos de agua nuestras esperanzas de
vida se cifran en torno a los dos días en el desierto y a algo
más de una semana en climas frescos.
La cantidad de agua que necesitamos depende
de la temperatura y humedad ambiental y de la actividad física
que desempeñemos, pero nunca será menos de 2 litros diarios. En
un desierto necesitaremos 10 ó 12 litros para llevar una
actividad normal.
Encontrar agua
En
las zonas templadas no suele ser difícil encontrar cursos de
agua. En las zonas secas y desérticas la cosa puede complicarse
más. Escarbar en los lechos secos de ríos o arroyos da a veces
buenos resultados. Los cúmulos de vegetación en un determinado
lugar son indicativos de existencia de agua. En los terrenos
calcáreos podemos buscar en el interior de las grutas. Los
animales también necesitan beber; observar sus desplazamientos a
primera hora de la mañana o última de la tarde puede darnos
pistas de dónde se encuentra el agua. Determinadas plantas, que
varían según la zona geográfica, sólo crecen donde hay agua.
En caso de que no encontremos ninguna fuente
de agua aún podemos aprovechar la de la condensación que se
produce incluso en los desiertos improvisando un destilador.
Necesitaremos un plástico de 2 x 2 m. y un
cubo u otro recipiente para recoger el agua. Un tubo de plástico
para beber sin desmontar el destilador es también muy útil. Con
este sistema podemos obtener entre 0,5 y 1 litro de agua al día.
Hay que cavar un hoyo en cuyo fondo
colocaremos un recipiente que recibirá el agua de la
condensación que se produce en las paredes del plástico con que
cubrimos este hoyo. Una piedra en el centro del plástico
conducirá las gotas hasta el cubo. El destilador será más
efectivo si introducimos plantas en el agujero para aprovechar
su humedad.
Peligros
En muchas zonas del globo, especialmente en
el tercer mundo existe un riesgo alto de intoxicación al
consumir agua, bien sea por contaminación bacteriana, bien por
ingerir parásitos con ella. También en el primer mundo existe
cierto riesgo al consumir agua de arroyos que discurren entre
prados sometidos a abonos con purines, altamente contaminantes.
El consumo de aguas contaminadas puede
producir enfermedades como fiebre tifoidea, cólera o disentería,
además de otros trastornos provocados por parásitos que podemos
pillar no sólo al beber, también al bañarnos en aguas estancadas
y contaminadas.
No se debe beber agua salada, su
concentración en sal es tan alta que colapsa los riñones y
provoca la muerte entre fuertes dolores. Tampoco se debe beber
orina y no debemos olvidar que las sabias de aspecto lechoso de
muchas plantas son, con frecuencia, venenosas.
véase
alimentación
Purificar el agua
Si existe riesgo de contaminación hay que
purificar el agua con alguno de estos métodos y esperar al menos
una hora antes de consumirla.
Pastillas potabilizadoras: Es el método más
práctico y efectivo 100%. Consiste en añadir al agua pastillas
purificadoras. Estas liberan iones de plata que acaban con los
gérmenes, previenen de nuevas infecciones y no producen daño
alguno aunque se rebase la dosis. Se venden en cajas con un
número variable de pastillas según sea cada pastilla para
purificar 1, 5 ó 20 litros de agua. Podéis encontrarlas con
facilidad en tiendas de montaña, también en Internet.
Yodo: Para desinfectar el agua con tintura de
yodo usaremos unas 10 gotas por litro. La coloración tarda un
rato en desaparecer.
Lejía: La lejía deja un sabor poco agradable
en el agua. Usaremos de 4 a 6 gotas por litro.
Ebullición: Hervir el agua no termina con
todos los gérmenes (el de la hepatitis, por ejemplo, resiste la
ebullición), pero acaba con la mayor parte de ellos y con todos
los parásitos. Hay que hervirla durante unos 10 minutos. En este
caso se puede beber en cuanto enfría.
Filtrando el agua
En ocasiones, el único agua que podremos
conseguir será la que se encuentre estancada en charcos, sucia
por el barro. Antes de beberla, y sin olvidarse del aspecto de
la purificación, debemos clarificarla para eliminar las
partículas en suspensión.
La manera más sencilla es dejarla reposar
varias horas en un recipiente, y después, con un tubo de
plástico o el tallo hueco y flexible de una planta (por ejemplo
un nenúfar) traspasarla a otro recipiente situado en una
posición más baja.
También se puede filtrar usando varias capas de tejidos o con
arena limpia, ayudándonos de un filtro improvisado con un pedazo
de caña de bambú, cuyo extremo, agujereado, taponaremos con unas
briznas de hierba.
Teoría y psicología de la supervivencia
Supervivencia
deportiva y supervivencia real
La
supervivencia deportiva es un deporte de aventura con múltiples
facetas, ya que requiere conocimientos de técnicas de variadas
disciplinas (orientación, escalada...) y del medio (botánica,
meteorología...) que nos permitan desenvolvernos en la
naturaleza, reconocer y aprovechar sus recursos y evitar sus
peligros. La práctica de este deporte fortalece el cuerpo y la
mente y aumenta la seguridad en nosotros mismos, nuestra
capacidad de improvisación, de lucha por la existencia y nos
prepara para una situación de supervivencia real. Sin embargo,
la mayoría de nosotros jamás tendremos que enfrentarnos a tales
circunstancias, pensaréis. Es cierto que no necesitaremos comer
grillos ni dormir en un refugio improvisado, pero los beneficios
psicológicos que proporciona nos ayudarán a enfrentarnos a la
lucha por la vida en nuestra sociedad consumista depredadora.
Por otro lado, cualquiera que practique montañismo puede verse
incomunicado en medio de ninguna parte por un brusco cambio de
tiempo, los trekkings a zonas salvajes y apartadas están cada
vez más de moda, con el riesgo de perderse o tener un accidente,
aunque sea mínimo, siempre presente, y millones de personas
viven en zonas con peligro de inundaciones o terremotos. Incluso
en la era de las telecomunicaciones, cuando todo el globo
terrestre está fotografiado y cartografiado, existen zonas
salvajes a las que nuestra civilización no ha llegado y en las
cuales no tendremos dónde enchufar el microondas ni podremos
dormir en un colchón Flex. Pero no nos engañemos, nadie está
totalmente preparado para enfrentarse al violento choque mental
y emocional que supone encontrarse abandonado y solo en un lugar
remoto. Las técnicas de supervivencia nos ayudarán a vencer al
medio, pero el peor enemigo está dentro de nosotros: pánico,
soledad, desesperación..., y para vencerlo hay que conocer cómo
funciona.
El poder está en
la voluntad
Debemos tener en
cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de
resistencia. Y en este tipo de pruebas el músculo que jamás debe
fallar es la voluntad. Voluntad de vencer, voluntad de
sobrevivir, este es el factor más importante. Al final todo se
reduce a una actitud psicológica fuerte que nos permita
enfrentarnos sin desfallecer a la desesperación, la angustia, el
tedio, el dolor, el hambre, la fatiga... Si no estamos
mentalmente preparados para enfrentarnos con lo peor tendremos
pocas posibilidades de sobrevivir.
Aliado y
enemigo: miedo y pánico
Es
imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y
perdido lejos de la civilización. El miedo es una reacción
natural de todos los animales frente a elementos hostiles, una
descarga de hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y
prepara el cuerpo para luchar o huir. En este sentido, el miedo
es, sin duda, beneficioso. La cara oscura del miedo es el
pánico. El miedo descontrolado e irracional. Jamás debemos caer
en él. El pánico es destructivo, conduce a la desesperación,
impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones
positivas. Conocer las técnicas de supervivencia inspira
confianza y es un paso muy importante para evitar sucumbir al
pánico. Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento en
el análisis de la situación y las tareas que debemos realizar
para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia, y
eliminar de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo, o de
desesperación.
Los enemigos
silenciosos: soledad y tedio
La
soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que el
individuo, realizadas las tareas inmediatas, se sienta a esperar
y la mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con
ellas aumenta la depresión y disminuye la voluntad de
sobrevivir. Se combaten de la misma manera que el miedo y el
pánico: manteniendo la mente ocupada. Siempre existen tareas que
realizar para aumentar las probabilidades de ser rescatado
(preparar fogatas, señales...) o simplemente para estar más
cómodos (construir un refugio... ). Analícense los peligros o
emergencias que nos pueden sobrevenir y prepárense planes para
afrontarlos. Es buena idea elaborar un programa de actividades
que nos imponga disciplina al cuerpo y la mente y llevar un
diario. Y si ves que ya no se te ocurre nada que hacer y que tu
mente comienza a desobedecerte hundiéndose en le desesperación,
corta unas flores y haz un mosaico en el suelo con ellas.
Cualquier cosa en buena con tal de que nuestra mente y nuestra
actitud no zozobre.
La mejor arma:
estar preparados
Indudablemente, nadie espera encontrarse en una situación de
este tipo, pero si viajamos por zonas deshabitadas o en avioneta
o por mar, el riesgo, aunque sea mínimo, siempre está presente.
La regla principal que todo el mundo debe seguir es informar a
alguien de cual va a ser nuestro itinerario. De esta manera
aumentan nuestras posibilidades de ser rescatados con brevedad.
Llevar un equipo de supervivencia en nuestra mochila, un manual
de supervivencia y conocer las técnicas que nos ayudarán a
sobrevivir proporciona una gran fuerza psicológica. Por otro
lado, una vez extraviados, siempre hay que prepararse para el
supuesto de que pasaremos un largo periodo de tiempo en el que
tendremos que seguir vivos, incluso aunque hayamos informado de
nuestra ruta. Normalmente es mejor permanecer al lado del
vehículo accidentado. Si nos alejamos de la ruta que habíamos
trazado para nuestro viaje tendrán más dificultades para
rescatarnos. No debemos olvidar que el momento más duro será
cuando el avión o el barco se aproxime a nosotros y pase de
largo. Supondrá una dura prueba psicológica; la desesperación y
el abatimiento en estos casos son naturales, pero debemos luchar
contra ellos y pensar que ya pasará otro. Si nos están buscando,
antes o después volverán. La preparación física también es
importante. Lógicamente tendrá mas posibilidades de sobrevivir
quien está en buena forma que quien no. Pero el riesgo no se
encuentra en estar en baja forma, si no en ignorarlo. Debemos
valorar nuestra fuerza y resistencia de forma realista, sin
dejarnos influir por las marcas de nuestra juventud. Hay que
tener la sensatez de adecuar nuestras actividades a lo que somos
capaces de hacer. Acometer empresas que luego no podremos
terminar sólo sirve para derrochar una energía muy valiosa y que
nos invada la desesperación.
Cómo actuar
Tener un plan de
acción aumenta nuestra confianza y mantiene nuestra mente
ocupada. Los siguientes puntos pueden ayudarnos a elaborarlo.
1.- Análisis de la
situación: Se debe analizar la situación para organizar un plan.
Quizá hay heridos, o me amenaza algún peligro. Tener agua y
alimentos es importante, igual que poder obtenerlos por los
alrededores. A la hora de trazar un plan hay que establecer
prioridades. Hay que tener en cuenta los peligros del entorno y
cómo evitarlos. En ocasiones, dependiendo de cada situación
concreta, habrá que alterar el orden de las prioridades o
sustituir unas por otras. Por ejemplo:
-Prestar primeros auxilios
-Preparar las señales
-Abastecerse de agua
-Procurarse un refugio
-Abastecerse de comida
-Prepararse para desplazarse (normalmente suele ser mejor
permanecer al lado del vehículo accidentado)
Es
útil preparar un inventario del material, el agua y la comida de
la que disponemos y prepararnos para abastecernos por nuestros
propios medios de estos últimos antes de que se agoten las
reservas.
2.-
No tener prisa: Salvo en los casos de urgencia médica, la
conservación de nuestra energía es un factor más importante que
el tiempo. Por otro lado, el agotamiento por una actividad
física sin un objetivo preciso provoca una situación de
desamparo que socava nuestra moral. Por ello, todo lo que
hagamos tiene que responder a un plan y un objetivo preciso.
3.-
Recordar dónde te encuentras: Probablemente tendremos que
alejarnos del lugar del accidente o de nuestra base o refugio
para explorar los alrededores. En estos casos hay que tomarse un
tiempo en analizar los rasgos del paisaje y hacer un mapa mental
del lugar. Debemos marcar el camino para poder volver sobre
nuestros pasos y no perdernos, pues el golpe psicológico que
provoca esta situación es durísimo.
4.-
Dominar el miedo y el pánico: Hay que mantener la mente ocupada
con estas medidas. Debemos ser optimistas y confiar en ser
rescatados, pero también debemos prepararnos para afrontar
futuros problemas.
5.-
Improvisa: En una situación de supervivencia siempre hay algo
que hacer. Utilizar nuestra inventiva y creatividad aumenta
nuestra confianza
6.-
Valora tu vida: Si perdemos la voluntad de sobrevivir, el deseo
de mantenernos con vida, el conocimiento de estas técnicas es
inútil. No debemos correr riesgos innecesarios que puedan
provocarnos un accidente.
Circunstancias
personales
Las
personas que emprendan viajes, especialmente si van a zonas
alejadas o peligrosas, deben tener en cuenta sus necesidades
personales. Diabéticos, alérgicos etc. deben incluir sus
medicamentos en el equipaje. También deberían llevar unas gafas
de repuesto quienes las necesiten. Cada uno debe conocer sus
circunstancias y prepararse para afrontarlas.
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